Para que nuestra riqueza natural y cultural perdure, es fundamental establecer acuerdos claros que nazcan desde el corazón de la comunidad. Esta estrategia se enfoca en crear criterios propios para la protección de las especies vegetales y semillas que forman la base de nuestra alimentación y tradiciones. No se trata de reglas impuestas, sino de un pacto colectivo para cuidar y gestionar de manera responsable los recursos que nos dan sustento e identidad.
La base de esta normatividad es la participación equitativa. Por ello, se impulsará la creación de comités donde la voz y el tiempo de las mujeres y grupos vulnerables sean respetados y valorados, estableciendo horarios adecuados para su integración. A través de programas de capacitación técnica diseñados específicamente para mujeres y jóvenes voluntarios, fortaleceremos el capital humano y aseguraremos que el conocimiento para la vigilancia y el manejo sostenible se arraigue en la comunidad.
El resultado será un marco de actuación claro, con reglamentos y procedimientos diseñados por y para la comunidad, que guiarán la vigilancia y el cuidado de nuestros cultivos. Este esfuerzo se complementará con la creación de bancos de semillas, que funcionarán como una reserva de vida y un centro para el intercambio, garantizando la renovación y diversidad de nuestros cultivos básicos para las generaciones venideras.